Columna de Opinión: ¿Unión sin celebración?

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28/09/2025


Parece que cada vez son menos los matrimonios a los que nos invitan. Y no me refiero al acto legal o ceremonia en la iglesia, las que están quedando como reliquias, sino a la fiesta, ese banquete donde se juntan primos, donde los tíos bailan cumbia, y donde, aunque sea por un rato, sentimos que la vida puede celebrarse en comunidad.

La verdad es que los matrimonios, eran mucho más que la formalidad de la firma. Eran un hito que marcaba la vida del entorno familiar, porque pocas veces se logra reunir a tantas generaciones en un mismo salón. A veces la única excusa para ver a toda la parentela junta es un funeral, y qué distinto es abrazar en medio del dolor a abrazar en medio de la música y el baile.

Algunos dirán que ya no se necesitan estos ritos, el compromiso está en levantarse cada día con la voluntad de estar con la misma persona. Y tienen razón. Pero también es cierto que una fiesta, con todo lo que implica: gastos, organización, nervios, deja un recuerdo que trasciende. Uno puede olvidar la fecha del matrimonio, pero difícilmente olvidará el vals, las risas de la mesa de los amigos del colegio o el brindis emocionado de algún ser querido.

Sin duda las nuevas generaciones miran estas tradiciones como un poco anticuadas e innecesarias, y es válido, sin embargo, cuando les toca asistir a un matrimonio, disfrutan como cualquiera. Porque, seamos francos, no hay mejor panorama que una fiesta con barra libre, música y un motivo tan noble como el amor de alguien cercano. Nadie rechaza la invitación a pasarlo bien con los suyos.

Por lo mismo, lo que se extraña no son los matrimonios como contrato, sino las fiestas que los rodeaban. Ojalá hubiera más oportunidades de reunirse para celebrar la vida, sin esperar a los duelos para reencontrarnos. Al final, darnos permiso para compartir la alegría y felicidad, de reconocer que la unión de una pareja también es la unión de sus mundos. Y qué mejor que hacerlo con música, copas levantadas y la certeza de que, por unas horas, todos volvimos a ser familia.

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Autor: Máximo Martínez Campos



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