Regional
Crónica
07/12/2025
En muchas casas empieza el término del año escolar y, de un día para otro, el calendario se llena de actos, ceremonias y paseos de curso. Lo cual pudiese ser catastrófico, pero uno no puede dejar de recordar cuando era niño y lo único que hacía era pasarlo bien, sin saber nada de las cuotas que nuestros papás pagaban, por lo que un pequeño esfuerzo de fin de año se debe hacer por ellos.
Si bien casi todos, algunos más que otros, deben estudiar con sus hijos en los exámenes finales, y apoyar con las organizaciones de fin de año, son solo un grupo al que siempre le toca hacer más que otros por el bien común del curso. Este grupo llamado directiva, donde el tesorero del curso vive cobrando, y donde el presidente trata de cuadrar todo para que los que nunca se ofrecen, igual tengan opinión sobre cada detalle.
Y en los paseos, el espacio donde todos disfrutan por igual, niños y padres comen y juegan por igual, pero donde algunos padres se pasan de largo con los tragos y terminan en un estado poco apropiado frente a los hijos. La verdad es que el alcohol está instalado en la vida cotidiana de muchos, pero será necesario un trago cuando se trata de espacios donde los niños miran y aprenden.
Y mientras todo eso ocurre, el año se nos escurre entre las manos y ya asoma un nuevo verano para disfrutar. Vuelven las tardes largas, esa hora en que todavía hay luz cuando salimos de la pega. Donde los niños tendrán que usar la imaginación para no aburrirse, inventar juegos, armar aventuras en la cuadra y, con suerte, planear unas vacaciones en familia, eligiendo juntos algún destino posible.
Por unos meses, olvidamos la rutina del colegio. Nos preocupamos menos del uniforme planchado y más de la toalla de playa. Y en medio de las noticias agobiantes y el cansancio acumulado, se agradece esa pausa rara, imperfecta, pero necesaria. Tal vez recordar que todo el esfuerzo, las cuotas y andar corriendo, valen la pena si de verdad nos damos el tiempo de mirar a nuestros hijos disfrutar de su merecido verano.
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Autor: Máximo Martínez Campos