A nadie le gusta escuchar la frase “hasta acá llegamos”. En Chile la vestimos con eufemismos: desvinculación, cese de funciones, necesidades de la empresa. Suena más limpio, pero igual duele. Y duele más cuando uno recuerda, que firmó apurado y ansioso por ese nuevo trabajo. Como cuando te entregan un arriendo y lo lees con lupa, pero el contrato laboral, ese que define tu día a día, lo hojeamos a la rápida porque la pega era urgente.

La verdad es que el contrato no es un saludo a la bandera, trae derechos, obligaciones, causales, y ese detalle chico que después se vuelve gigante cuando nos despiden. Por lo mismo, cuando llega el golpe conviene bajar un cambio y ordenar lo básico, pedir la carta, revisar el finiquito con calma, preguntar, asesorarse.

Ahora, lo más difícil no es el papeleo. Es el ruido en la cabeza. Ese diálogo interno que te dice que fuiste insuficiente, que “no la hiciste”, que el cargo te quedó grande. Y uno se encierra, como si la vergüenza fuera una manta que abriga. Pero el trabajo no era solo sueldo, era rutina, identidad, equipo, incluso el café de media mañana. Perderlo se parece a un duelo, aunque no lo digamos en voz alta.

¿Y qué hacer? A veces sirve permitirse un par de días de rabia, masticarla. Después, acciones pequeñas, actualizar el currículum, ordenar papeles, avisar a contactos sin pedir perdón por existir. Una llamada, un mensaje, un “oye, estoy disponible”. No es magia, pero abre puertas. Y, sobre todo, hablar con los tuyos. No para que te solucionen la vida, sino para que te devuelvan perspectiva.

Si esto pasa en diciembre, el golpe tiene otra textura. Hay luces, cenas, regalos, y de pronto la cuenta no calza entre fiestas y realidad. Diciembre tiene una rareza, obliga a cerrar, a hacer balance. Quizás la reinvención parte ahí, en aceptar que una empresa te puede cortar, sí, pero no puede definir tu valor. Eso, al final, lo escribimos nosotros y es una tremenda oportunidad empezar un nuevo año con una nueva perspectiva y actitud a lo que venga.

La anterior opinión/reflexión es personal, si te gustó, like o repostea. 

Autor: Máximo Martínez Campos